Laderas con otabera en flor.

MATORRALES MEDITERRANEOS DE OTABERAS (Genista hispanica subsp. occidentalis) y OLLAGAS (Genista scorpius )

Al degradarse el bosque aparecen los matorrales; formaciones arbustivas producidos por una presión de aprovechamiento excesivo, como cortas abusivas, roturaciones, incendios provocados para favorecer la aparición de pastizales, o por abandono de los prados que durante años han sido pastoreados. En primavera, las vistosas flores de las otaberas y ollagas, dan color y vitalidad al paisaje de la Valdorba, que junto con los bojes (Buxus sempervirens), los aladiernos (Rhamnus alaternus), las chaparras y algunos arbolillos heliófilos (árboles que necesitan mucha luz) como los enebros, forman este tipo de matorral mediterráneo tan frecuente en el valle. Es común que dentro del matorral aparezcan de forma dispersa restos del antiguo bosque que allí se encontraba, en forma de bosquetes o ejemplares aislados de roble, carrasca o pino royo que testimonian el potencial de estos lugares.

Los matorrales, los bordes de bosque y los bordes de las tierras de labor, tienen un alto valor ecológico. Son grandes reservas de alimento para infinidad de animales tanto domésticos como salvajes, especialmente aves (perdices, currucas, escribanos, calandrias, terreras, bisbitas, tarabillas, collalbas, etc), ya que abundan los pacharanes, tapaculos, moras, endrinas, etc, frutos carnosos tienen un gran contenido energético. Son muchas las aves migratorias que al llegar la primavera encuentran en los matorrales mediterráneos refugio y alimento. Además, mamíferos depredadores como el zorro o la garduña frecuentan estas zonas conociendo la abundancia de presas.

Cuando la degradación del bosque ha sido muy intensa con fuegos insistentes en zonas de pendiente, los suelos empobrecidos se cubren de tomillos, espliegos y otras plantas aromáticas que con sus potentes raíces buscan la poca humedad del terreno, mejoran el suelo y forman la primera etapa de recuperación del bosque.


Orquídea (Orchis ustulata)

Tomillo

Ollaga florida.

La recogida tradicional del espliego, tomillo y otras plantas aromáticas ha estado muy extendida en la Valdorba, utilizadas como condimento en la cocina tradicional, como el tomillo en los guisos de caza. En numerosos pueblos como en Olleta se instalaban calderas que extraían su esencia aromática, empleada en perfumería y farmacia. El espliego atrae en gran número a las abejas que producen con su néctar una de las mieles más apreciada. Las colmenas tradicionales hechas entretejiendo cañas o mimbres constituían una de las riquezas de la comarca que además de la miel suministran la cera, empleadas asiduamente en la fabricación de las ancestrales velas y las características pomadas que incluían hasta once plantas medicinales.

Las otaberas y los bojes se utilizaban para encender las carboneras y los hornos de pan así como las chimeneas y las antiguas cocinas. La resistente madera del boj ha dado lugar a una curiosa artesanía ya que su grano fino y bello acabado permite obtener piezas tan variadas como cucharas, tenedores, botones, tornería, etc.

Como antes hemos dicho, es frecuente encontrar dentro del matorral árboles aislados. Es curioso observar que, basta que haya un pino, roble o carrasca dentro del matorral para que en sus inmediaciones medren cantidad de setas y hongos asociados a la especie arbórea, que se ven favorecidos por las matas y la luz para fructificar de forma explosiva. En la mitad norte de la Valdorba, por la parte de Leoz y Uzkita, se ven grandes extensiones de este tipo de matorral mediterráneo en el que aparecen algunos pinos royos muy dispersos y solitarios, donde se puede llegar a recoger hasta 15 kg de hongos del género Suillus alrededor de un solo árbol.

Otras setas propias del matorral son la abundante seta de brezo (Lepista panaeolus), o el perrechico (Calocybe gambosa), que aparece en primavera en las zonas de matorral abierto.