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INSTRUMENTOS

TRATAMIENTOS PARA EL MANTENIMIENTO DE LOS HÁBITAT DE LA VALDORBA

Incluidos en la RED NATURA 2000 existen hábitats denominados seminaturales cuya evolución ha estado íntimamente ligada a algún tipo de aprovechamiento a lo largo de la historia. Este es el caso de muchos pastizales, brezales, otaberales y aliagares representantes en la mayoría de los casos a etapas de degradación, cuya persistencia a lo largo del tiempo depende exclusivamente del mantenimiento de ciertos usos tradicionales como las cortas de arbolado, las rozas de matorral o el pastoreo extensivo que en los últimos años han tendido a la desaparición.

La Valdorba alberga varios hábitats de interés comunitario, por lo que su conservación se hace más necesaria. Dentro de estos encontramos un tipo de pastizal, que constituye una de las últimas etapas seriales de encinares y robledales, siendo comunidades adaptadas a la presencia del ganado y estrictamente dependientes de este. Asimismo se encuentra un tipo de matorral mediterráneo íntimamente relacionado con las actividades humanas como rozas, quemas o desbroces.

Seguidamente se proponen una serie de tratamientos posibles para la conservación de los diferentes hábitats en función de su posición serial:

1.- Cód. UE 9150. Hayedo calcícola y xerófilo.
2.- Cód. UE 9240. Quejigal
3.- Cód. UE 9340. Carrascal
4.- Cód. UE 4090. Matorral basófilo con otabera y brezo, y matorral basófilo mediterráneo con aliaga
5.-
Cód. UE 6212. Pastizal mediterraneo
6.- Cód. UE 5210. Formaciones arborescentes de Juniperus

5211. J.oxycedrus
5212. J.Phoenicea
5214. J.communis
7.- Cód. UE 4090. Brezales con tojos endémicos oromediterráneos

+Hábitats no incluidos en la Red Natura 2000 por no ser hábitat de especial singularidad dentro de la U.E. pero que en Navarra y la península tienen un valor destacado.

8.- Pinares de montaña de Pinus sylvestris subsp. pirenaica
9.- Bosques de roble pubescente (Quercus humilis)

1.- Cód. UE 9150. Hayedo calcícola y xerófilo

Los hayedos eutrofos, se sitúan sobre suelos desarrollados sobre calizas, areniscas o conglomerados, siempre decarbonatados aunque ricos en bases. Pertenecen a la asociación Epipactido helleborines-Fagetum sylvaticae. El estado actual de estos bosques trasmochos es crítico ya que se encuentran en un estado de envejecimiento avanzado provocado por las continuas podas y el tratamiento en monte bajo. Muchas zonas son formaciones densas compuestas por gran número de pies procedentes del rebrote de cepa y su posterior abandono. Para su mantenimiento se hace necesario:

1.- Podas de rejuvenecimiento en las masas trasmochadas. Al permitir el paso de la luz al suelo forestal se favorece la fructificación de especies heliófilas como los hongos Boletus aestivalis, Boletus aereus, Boletus erythropus y el rebozuelo o ziza hori (Cantharellus cibarius), especie bien estudiada en Finlandia, Francia, Alemania y España.

2.- Resalveo de las masas procedentes de cepas antiguas para su progresiva transformación a monte alto, dejando un único pié por cepa. La limpieza del monte facilita la recolecta de hongos en general y la conservación de las cepas maduras permite conseguir producciones de especies propias de edades avanzadas como las mencionadas anteriormente además de Craterellus cornucopioides, Amanita rubescens, Russula virescens o Russula cyanoxantha.

Hayas jóvenes en Iracheta

3.- Tratamientos para favorecer la regeneración natural del hayedo:
- Rozas de matorral o uso del ganado como desbrozador en los casos en que este sea perjudicial como zonas de elevada pendiente.
- Labrado puntual del terreno en año de producción elevada de fruto para favorecer la regeneración.
- Acotamiento local del ganado para potenciar la regeneración en caso de presión excesiva.

4.- Repoblaciones en las áreas en que el hayedo se encuentre en estado de decrepitud y sea imposible la regeneración natural. Se plantearán repoblaciones con planta micorrizada para potenciar especies de interés gastronómico y comercial como Cantharellus cibarius, Laccaria laccata, Laccaria amethystina, especies muy frecuentemente ligadas al haya y que en numerosas ocasiones aporta producciones elevadas. La utilización de planta micorrizada tiene un triple objetivo: por una parte las plantas micorrizadas aumentan su vigor y acumulan crecimientos más rápidos. La inoculación con especies comestibles se orienta con el fin de trasladar en las repoblaciones un valor añadido al monte tangible a corto, medio o largo plazo, en función de las especies simbióticas. Por último la micorrización hace más difícil el efecto de los patógenos sobre las plantas, realizando una protección tanto física como química (Rudawska, 2000, Lei et al. , 1995, Chakravarty et al., 1999).

2.- Cód. UE 9240. Quejigares y 9.- Robledales

Los bosques de robles y quejigos han pasado de ser bosques muy útiles para la recogida de leñas, a estar abandonados por completo. Esta circunstancia de abandono repentino ha producido en las masas una gran densificación y un estancamiento. Como los robledales y quejigares eran masas abiertas en las que se eliminaba el matorral para facilitar los trabajos, al no realizarse esta labor, las matas han invadido el sotobosque haciendo de muchos montes masas impenetrables. Para favorecer a estas especies arbóreas junto con su cortejo florístico y fúngico será necesario:

1.- Podas de los pies adultos para mejorar la forma de los fustes y mejorar el tránsito por la masa, facilitando la recogida de hongos.

2.- Resalveos selectivos en las masas tratadas en monte bajo, manteniendo ciertas zonas con sus tratamientos tradicionales a matarrasa para favorecer el rebrote. Con esto se consiguen zonas densas controladas muy utilizadas por la fauna y algunos hongos especialmente umbrófilos como Hygrophorus russula, Hygrophorus dichrous, Hydnum repandum, H. rufescens o Boletus edulis.

Roble centenario en Iracheta

3.- Rozas y desbroces del matorral en las zonas en que éste colapse la regeneración natural. La utilización de tractores ligeros (para no causar un excesivo aplastamiento del suelo que será perjudicial para la micoflora), con desbrozadoras de cadenas, ocasiona la rotura de las raíces superficiales del árbol, las cuales reaccionarán creando nuevas raicillas que serán micorrizadas por los hongos del suelo para crear nuevos carpóforos.

4.- Creación de claros para una iluminación intensa en algunas zonas, mejorando la producción de algunas especies de Tuber sp. (Tuber melanosporum, Tuber aestivum) (Reina, 2000), y otras especies de hongos de luz como Boletus eareus o Amanita caesarea (aunque esta última especie no ha sido encontrada en la Valdorba) . Estas especies se ven claramente favorecidas por la incidencia intensa de los rayos del sol, siendo esta insolación en muchos casos fundamental para la fructificación y creación de los carpóforos.

5.- Repoblaciones y siembras en los robledales especialmente envejecidos en los que no se prevea una mejora. Es interesante dejar "árboles padre", aunque estén muy envejecidos, ya que en muchos casos proporcionan el inóculo necesario para que las raíces de las plantas de los alrededores sean micorrizadas de forma natural.

3.- Cód. UE 9340. Carrascal

Los carrascales de la Valdorba al igual que los quejigares se encuentran en un estado de abandono total. Lugares en los que los aprovechamientos de leñas eran constantes, se realizaban podas, trasmochos, recepes, etc, actualmente se han dejado de practicar y los montes han quedado en un estado de envejecimiento avanzado en el que las cepas de las encinas han sido tratadas en monte bajo durante muchos ciclos y las cepas se encuentran desvigorizadas y sin capacidad de reacción. Hace relativamente poco tiempo, el carboneo y las leñas hacían de la encina el árbol más apreciado, cuya conservación y vigor era de la mayor importancia por su repercusión económica.

La actualidad del medio rural está marcada por el abandono de los aprovechamientos tradicionales y en especial los más relacionados con las energías utilizadas en los hogares. Al paralizarse estos usos del monte de un modo drástico, los encinares se han densificado enormemente, disminuyendo en ellos la biodiversidad e impidiendo en muchos casos la penetración en ellos.

Con el fin de mantener los encinares en un buen estado forestal son necesarios:

1.- Resalveos en las masas que han sido tradicionalmente tratadas en monte bajo, dejando uno o dos pies por cepa. Mantener las cepas antiguas e incluso muertas puede mejorar las producciones de Ganoderma lucidum, especie de alto interés medicinal, que puede adquirir gran valor en el mercado. Asimismo como se ha mencionado anteriormente, las cepas conservan su madurez y sus hongos micorrícicos asociados, lo cual es muy interesante ya que en el caso de la encina, excluyendo ascomicetes como la trufa, los basidiomicetes más apreciados aparecen en etapas adultas: Boletus aereus. Otras especies que abundan en los bordes de encinares adultos, aunque no micorricicas se asocian con el tipo de materia orgánica de los encinares: Lepista nuda, Lepista inversa.

2.- Potenciar la regeneración natural de bellota (r. sexual), abriendo claros en las masa para favorecer la fructificación en los árboles adultos. Aumentando la diversidad intra específica que a su vez aporte mayor diversidad fúngica.

Carrascal del Monte del Conde desde Bézquiz

3.- Repoblaciones y siembras en los encinares especialmente envejecidos en los que no se prevea una mejora, localizando zonas óptimas para la instalación de plantaciones truferas. La encina es la especie que mejores producciones de Tuber melanosporum proporciona en la península. El potencial de nuestro territorio es enorme y merece la pena realizar estudios detallados para la ubicación de este tipo de masas alternativas de alta rentabilidad. Las plantaciones truferas se realizan a marcos amplios (6x6), de esta manera se aporta gran diversidad al paisaje y se mantienen áreas de muy bajo riesgo de incendios, problema muy grave en el ámbito mediterráneo.

4.- Claras, clareos y podas en las masas densas con una triple finalidad:

- Mejorar el estado de la masa favoreciendo a los mejores pies
- Mantener una estructura adecuada para evitar los incendios
- Crear áreas aclaradas de alta diversidad.

Con estos tratamientos se consigue simular una ecología adecuada para los hongos más preciados Tuber melanosporum, Boletus aereus o Cantharellus cibarius, que requieren gran luminosidad. La mayor parte de las masas naturales de encina se encuentran ultradensificadas, lo que conlleva una disminución e incluso desaparición de algunos hongos, como ha ocurrido con la trufa en muchas truferas naturales, y un aumento del riesgo de incendios de difícil control.

4.- Cód. UE 4090. Matorral basófilo con otabera y brezo, y matorral basófilo mediterráneo con aliaga y 7.- Cód. UE 4090. Brezales con tojos endémicos oromediterráneos

Son varias las asociaciones que representan a estos tipos de matorral que aparece en suelos de calidad media siempre con preferencia sobre los terrenos eutrofos. En las zonas más secas aparece Arctostaphylo-Genistetum occidentalis, en las áreas de mayor tendencia eurosiberiana encontramos Teucrio-Genistetum occidentalis y en zonas más rocosas y de mayor carácter montañoso Junipero communis-Echinospartetum horridi. La Genista hispanica subsp. occidentalis y el Echinospartum horridum son especies pirófitas que además son consumidas por el ganado equino con especial intensidad. Para su mantenimiento es preciso practicar:

1.- Control de la densidad del ganado, especialmente el equino el cual puede llegar a transformar el matorral en un lastonar o un pastizal de montaña. Una adecuada carga ganadera, potencia la aparición de hongos como Agaricus arvensis, A. campestris, A. silvaticus, Lepista nuda, Lepista personata, Macrolepiota procera, Macrolepiota rhacodes, Coprinus comatus, Lyophillum decastes, Marasmius oreades y Calocybe gambosa.

2.- Rozas locales en los lugares en los que exista una proliferación excesiva por no tener el ganado acceso a ellos. Especies del género Clitocybe se ven favorecidas por estas rozas, Clitocybe geotropa, C. gibba, C. nebularis o C. panaeolus.

Matorral de Echinospartum horridum. Uzquita
Matorral de Ollaga (Genista scorpius)

3.- Empleo del fuego controlado para el caso del mantenimiento de especies pirófitas. En primavera se han anotado buenas producciones de especies de colmenillas, Morchella conica, M. esculenta, en zonas quemadas.

4.- Desbroce selectivo de otras especies (arbustos y leñosas en general) por invasión de éstas en el matorral debido al total abandono.

5.- Cód. UE 6212. Pastizal mediterraneo

Los pastizales de este grupo están definidos por la alianza Mesobromion. Son comunidades que han evolucionado conjuntamente con el ganado y por tanto están compuestas por especies adaptadas a su presencia aunque se comportan de manera diferente. Los lastonares pueden formar agrupaciones casi monoespecíficas cuando la presión del ganado es la justa para controlar el matorral, formando pastizales poco diversos. Las actuaciones necesarias son:

1.- Manejo de la densidad adecuada del ganado. Si es excesiva puede ocasionar la destrucción del pasto dejando el terreno descubierto. En caso de una carga ganadera inferior a la necesaria el matorral puede cobrar importancia. El abonado del ganado aporta grandes producciones de champiñones como Agaricus campestris, A. arvensis, A. langeii, etc. Además en los pastizales nitrogenados aparecen especies de interés como Marasmius oreades, Lepista nuda, Lepista personata, Rhodocybe truncata, Leucopaxilus paradoxus, Leucopaxilus candidus y Calocybe gambosa.

2.- Desbroces controlados del matorral que invade el pastizal por una carga ganadera deficiente. Al desaparecer el pastoreo los matorrales tienden ocupar las zonas de pastizal y al abrigo de las matas medran las setas de brezo (Clitocybe sp.). En los pastizales aparecen de forma dispersa y en ocasiones abundantemente el cardo corredor de cuya raíz putrefacta se alimenta la seta de cardo Pleurotus eringii, la cual llega a alcanzar precios elevados en el mercado.

Pastos en ladera en la sierra. Sierra de Alaiz

3.- Laboreo de lastonares monoespecíficos. El lastón es capaz de excluir a cualquier tipo de vegetación formando comunidades vegetales de poquísima diversidad siendo el laboreo el mejor tratamiento para controlarlo en los suelos en que sea posible. Por otra parte especies como Cantharellus lutescens es muy abundante en los lastonares que dominan el estrato herbaceo de los pinares de Pinus nigra.

6.- Cód. UE 5210. Formaciones arborescentes de Juniperus

Las formaciones de Juniperus son etapas de transición entre los matorrales de otabera (Genista hispanica subsp. occidentalis) o de coscoja (Quercus coccifera) y los bosques de especies arbóreas Quercus rotundifolia o Quercus faginea. Por esta razón el abandono de estas zonas ocasionaría su progresión hacia etapas en las que el monte bajo de encina y quejigo cobraría importancia, desplazando y sumergiendo los pies de Juniperus. Los tratamientos adecuados para la conservación de los enebrales son:

1.- Dar preferencia a la especie o especies de Juniperus de porte arborescente eliminando la competencia de la vegetación circundante de matorral (Genista hispanica, Genista scorpius, Spiraea hypericifolia, etc.). En las zonas de enebro suelen abundar los cardos corredores (Eryngium campestre) cuya raíz se asocia con una de las setas más apreciadas que es la seta de cardo Pleurotus eringii, por lo que será conveniente no eliminar estos cardos al realizar los desbroces.

2.- Favorecer la regeneración natural protegiendo las nuevas plántulas que progresan en la zona.

3.- Rozar y eliminar los pies de especies arbóreas que puedan competir con los enebros, especialmente los rebrotes de cepa de encinas y quejigos.

Con estas medidas se potencian hongos de pastizal y de matorral ya que los enebros no se asocian con hongos de interés gastronómico, pero la estructura aclarada de los enebrales arborescentes favorece la aparición de Marasmius oreades, Macrolepiota procera, Clitocybe geotropa, Agaricus campestris e incluso Calocybe gambosa.

El mantenimiento de enebrales arborescentes contribuye a la conservación de ciertas especies raras de hongos como Gymnosporangium clavariaeforme, que aparece sobre las ramas de Juniperus communis y J. oxycedrus.

8.- Pinares de montaña de Pinus sylvestris subsp. pirenaica

Los pocos pinares de Pino royo de la Valdorba se encuentran en un estado de progresión. Las masas de Iracheta en el valle de Astigarros parecen tener un origen natural y nos encontramos ante una masa irregular, apareciendo árboles adultos, de mediana edad y jóvenes. El interés principal es mantener esta distribución irregular de J invertida para aumentar la diversidad y mantener una masa de alta singularidad. Por otra parte se podría realizar:

1.- Desbroces del Boj, muy abundante en el pinar, para favorecer la recolecta de Laccaria laccata, Tricholoma portentosum, T. terreum, Lactarius deliciosus, Boletus pinicola y B. edulis. El boj se conservará en las zonas productoras de Cantharellus lutescens, especie muy abundante incluso en épocas en las que no hay prácticamente ninguna seta (enero-febrero) y que requiere de gran humedad ambiental y cobertura vegetal.

2.- Dejar zonas más claras favoreciendo la insolación del suelo en bosquetes. Los robellones (Lactarius deliciosus, L. sanguifluus, L. semisanguifluus) se ven muy favorecidos por la luz.

Ejemplar de pino royo

3.- Mantener las zonas agrícolas (es probable que se dejen de arar en breve), del fondo de valle ya que proporciona una enorme diversidad paisajística en la zona, encontrándose a pocos metros de un robledal del LIC Montes de la Valdorba.

4.- Realizar algún tipo de infraestructura viaria por la masa de Pino royo ya que los accesos son casi inexistentes en caso de incendio.

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